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sábado, 31 de octubre de 2009

Capítulo 5: "Orígenes"

Primera Parte.


-¿Pero cómo es posible…? – inquirió nuevamente aquel anciano que parecía estar a punto de descomponerse.


Yukel abrió su boca para decir algo pero un hombre de mediana edad lo anticipó.


-¿No era sólo un mito aquello de los Cinco Poderes? – preguntó al mismo tiempo que su cara delataba una mezcla de miedo y escepticismo


-Hay quienes siempre creyeron eso. Yo por mi parte nunca lo dudé. Pero no es eso lo que precisamente importa en este momento –Yukel hizo una pausa y luego continuó– Geut, a pesar de todo, debe continuar con su vida. Todos debemos continuar con nuestra vida. Eso sí, estamos obligados a  tomar una importante decisión y tiene que ser ahora, porque una vez más, no hay tiempo. –Nuevamente un silencio pareció congelar el tiempo en el valle– Sea cual sea el motivo, los de Tenshken planean una revolución, por así llamarla. Hemos sufrido ataques tres comunidades. Y no tengan dudas queridos hermanos, que como ya les he dicho, primero vendrán por nosotros. Quizás, por estar relativamente cerca. Quizás, por que históricamente siempre nos tuvieron un cariño especial –muchos rieron y otros parecieron intentarlo pero sin éxito– Entonces, los que creen que debemos someternos a ellos y evitar más muertes ubíquense a mi derecha. Aquellos que creen que debemos resistir y enfrentarlos, arriesgando la vida de nuestros hermanos pero salvando el honor de Geut, ubíquense a mi izquierda.


Unos segundos después,  nadie quedaba a la derecha de Yukel. No así, el costado izquierdo de Geut yacía ahora unido, una vez más, por el lazo de la más pura hermandad.


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             Y entonces, tal como lo había pedido Yukel, de a poco se fueron dispersando dispuestos a comenzar con sus tareas. Los más pequeños se acercaron hasta Kimël, un  domo construido a base de piedra en donde a partir de los cuatro años eran instruidos por los hombres y mujeres más sabios.  Tradicionalmente, a los niños de Geut se los educó y entrenó  para saber hacer todo y desenvolverse en cualquier disciplina; y siempre mediante los valores de básicos de la comunidad: justicia, pureza, verdad y unión.
Los restantes caminaban en todas direcciones: algunos fueron a buscar comida al lago y las montañas mientras que otros fueron a los bosques en busca de leña. Todos tenían algo que hacer.


Los aldeanos se turnaban para realizar esas tareas. Sin embargo, había dos que eran fijas y obligatorias. El entrenamiento semanal con los Yiorish, los guerreros por oficio de Geut, era una. Más allá que desde niños todos los hombres y mujeres aprendían diferentes formas de combate, era indispensable no olvidarlas. Y aquellos que a partir de los veinte años, habían decidido ser guerreros se encargarían de ello. Yukel y el consejo de líderes habían decido que a raíz de los ataques de Tenshken, los entrenamientos no serían semanales sino diarios.


La otra tarea común a todos los aldeanos, no sólo de Geut sino de todas las comunidades originarias,  eran las Misiones diarias.  Desde la fundación de las mismas, las Misiones han sido obligatorias e indispensables para cada una de ellas, hasta el día de hoy. Es así que al salir el sol, un grupo de personas diferentes es elegido para llevarla a cabo: desde niños hasta adultos. Desde cocineros hasta sabios, guerreros y líderes. A todos una vez por semana les toca viajar y restaurar aquellos lugares de la tierra –cada comunidad ocupándose de su territorio–  que está siendo destruido en el plano Impuro de los Hombres.  Así lo reza un gran cartel ubicado bajo el gran árbol de la comunidad: "Esperan ansiosos y con gusto, honrar su propio nombre, el de su pueblo y su historia. Siempre manteniendo la pureza de su tierra".


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               Eran alrededor de cincuenta y estaban todos agrupados frente a él, el gran árbol, el portal. Lucían expectantes, contentos como cada vez que les tocaba. Estaban custodiados por mas guerreros que de costumbre, también por decisión de los líderes.
Y allí estaban ellos: Küntruy, Ayükelem, Duam, y Ellekuf coincidían, como casi todas las veces, en una misión. Sin embargo ésta era diferente: Montuln ya no estaba y aunque ninguno de sus amigos pronunciaba algo al respecto, sus miradas hablaban por si solas.  


-Hoy van a viajar a la Jujuy, en el norte Argentino. Una empresa minera en el noroeste de San Salvador de Jujuy está destruyendo las montañas, los suelos y la vida animal.


            El que habló fue un hombre de baja estatura cuya túnica le ocultaba los pies. Era Lapesh, el encargado  de controlar los ingresos y egresos a través del gran Árbol y autorizar a los menores a salir. Cumplía esa función hace décadas. Y lo hacía con orgullo pues anteriormente lo había hecho su padre y su abuelo. Lapesh era uno de los más queridos en el pueblo.
-¡Adelante y buen viaje!
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            Cuando abrió  los ojos, estos parecieron dolerle por lo que estaban viendo. Era un paisaje lleno de árboles y rodeado de montañas. Un arroyo angosto bajaba desde uno de los cerros haciendo una suerte de zigzag entre la arboleda. Seguramente aquello alguna vez se asemejó a un paraíso pero ahora los árboles estaban completamente pelados, secos y desgarrados. Y parecían sostenerse mediante un frágil equilibrio capaz de quebrarse ante la primera ráfaga de viento. El suelo también estaba seco y rajado y no había nada verde en él. El arroyo era de color marrón pero un débil tono azul evidenciaba el antiguo y verdadero color que alguna vez tuvo. El aroma que expulsaba era horriblemente repulsivo.
Pero lo peor de todo, era la cantidad de animales muertos desparramados por ahí. Desde pájaros hasta zorros colorados y lagartijas flotando en el arroyo.


-Es una matanza indiscriminada... –intentó  describir Ayükelem.


Mientras todos le echaban un vistazo al lugar y se sorprendían horrorizados, un anciano que pertenecía al grupo de los sabios de la comunidad apoyó en el piso una bolsa de cuero que llevaba consigo.  Extrajo de ella una piedra blanca grande y una pequeña. Colocó la de mayor tamaño sobre la tierra y tras frotar  la restante sobre ella por unos segundos, comenzó a salir un extraño humo blanco. Un humo que de a poco volvió más y más grande hasta convertirse en una espesa niebla. El efecto fue eficaz: como por arte de magia se erigió en forma difusa una enorme construcción.  Se veía en transparencia y de hecho casi no se distinguían colores sino que todo era más bien gris. Aquello tenía dos pisos y sobre el techo se elevaban al cielo dos chimeneas de las cuales salían enormes columnas de humo. Pero este era un humo negro y fulminante. Por entre los arboles aparecieron caminando decenas de hombres con cascos.  También eran figuras difusas y transparentes. Salían como hormigas desde una suerte de cueva y parecían estar trabajando.
El sabio dejo de frotar las piedras y todo volvió a desaparecer.


-¿Qué diablos fue eso? –preguntó Duam cuando el hombre se disponía a hablar.


-Esto que acaban de ver en el plano Impuro, es una gran planta minera que se ha instalado en este lugar hace algunos años.  Como ven, destruyó los árboles del lugar, contaminó el suelo y el arroyo terminando  con toda la vida animal.   Y además, arruinó la salud de la gente que vive en los alrededores.


-Sea lo que sea un planta minera veo que hace mucho daño –la joven vaciló un instante y preguntó–  ¿Cómo es que esas personas que viven aquí permiten que pase esto? –cuestionó una joven ubicada al fondo del grupo.


-Ellos no deciden, querida. Hay cientos de estas plantas en todo el mundo, y cada vez hay más y mas grandes. Sirven para obtener piedras y minerales de cuevas, montañas y el suelo.  Y el proceso termina por destruirlo todo. La gente de los pueblos sólo se somete a los desastres que admiten sus líderes, no tienen poder de decisión. –las caras de incredulidad ante semejante situación se multiplicaron– ¡Pero nosotros a lo nuestro: ayudar! Quizás podamos recuperar la vida hasta que alguien desde allá pueda detenerlo.


El panorama era desolador pero estaba lejos de desanimarlos. Por el contrario, los motivaba más poder ayudar. Un grupo se ocupó del arroyo, otro de los arboles. Küntruy y sus amigos se arrodillaron, pues les tocó curar la tierra. La removían e intentaban purificar  cuando Duam recordó.


-¿Qué creen que sean los Cinco poderes?


-No lo sé –respondió Ayükelem– pero estoy orgullosa de que se haya decidido combatir a Tenshken.


-Por si no lo has entendido –interrumpió Ellekuf– han decidido resistir, no combatir. Cosa que es muy distinta. De qué sirve resistir si no pretendes cambiar nada.


-¿Y cuál sería la solución para ti entonces? ¿Ir a Tenshken y atacarlos tú y que muera mas gente inocente?


-¡Ayükelem! –regaño Ellekuf visiblemente perturbado– Recuerda que no sólo atacarán nuestra comunidad. Y que aunque nosotros ganemos la batalla aquí y logremos defender a Geut, los de Tenshken someterán a las demás comunidades y ahí, sí, será al fin. Del plano impuro y el puro también. O moriremos o seremos esclavos de Tenshken para toda la vida.  


-Ellekuf tiene razón. –expresó Küntruy que parecía  estar fuera de la conversación pues aparentaba estar concentrada sólo en curar la tierra– Sin embargo, creo que la gente de nuestra comunidad debe mantener el foco en cuidarse los unos a los otros y resguardar la aldea. Somos nosotros los que debemos vencer a los de Tenshken–Duam y Ayükelem abandonaron al instante sus tareas y la miraron atónitos. Ellekuf, en cambio, sonrió.


-Necesitamos averiguar qué rayos son los Cinco poderes –dijo el muchacho.


Un silencio que duró segundos se apoderó de la situación. 


-Creo firmemente en poder ayudarlos.


Quimval, a quien los jóvenes no habían notado antes, los miraba desde atrás. Y no parecía haber llegado en ese instante…


¡Guardianes bajo Tierra está de vuelta!

Como habrán notado, he estado ausente durante varios días.  No he podido publicar capítulos debido a un problema personal. Pero como prometí a través de facebook, acá estoy otra vez y para ustedes, con el quinto capítulo. Estará dividido en dos partes y acá va la primera. Que los disfruten, Guardianes bajo Tierra está de vuelta.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Capítulo 4 - Los Cinco Poderes

          


         Aquellas palabras parecieron retumbar en el silencio que encerraba aquel valle. No sólo dejaron sin aliento a Küntruy sino también a Duam, Ellekuf y Ayükelem. Los dos últimos estaban visiblemente heridos por la lluvia de flechas y todavía conservaban las espadas en sus manos. Se miraban atónitos: cuatro ataques no era lo mismo que uno, sin duda. Y  todo significaba que se había roto por primera vez en la historia la ley primera…
   
         Ellekuf era un joven apuesto, corpulento. Un muchacho callado e introvertido y por apariencia, el menos perturbado por la situación. Ayükelem lucía un aspecto totalmente opuesto al de su prima Küntruy. Ella era rubia y sus ojos era negros como la noche aunque  igual de deslumbrantes.  Pero aquel brillo se desvaneció en un segundo.  Porque la muchacha acababa de notar que a los pies de Duam yacía el cuerpo de Montuln. Había sido todo tan rápido que nunca se había dado cuenta que faltaba su primo y tampoco que Duam lo había cargado al volver. Pero  menos había  imaginado que estuviera muerto. Corrió entonces hacia él y Ellekuf la siguió.  Los llantos de la chica, mezclados con gritos de impotencia llamaron la atención de todas las personas que conformaban aquella ronda, que hasta ese momento no se habían percatado del arribo de los jóvenes.


           Eran muchos, cientos. Era la comunidad entera allí reunida. La antigua comunidad de Geut. De a uno o en grupos se fueron acercando pero todos reaccionaban igual al ver el cuerpo de Montuln: rompían a llorar instantáneamente y  se fundían en largos abrazos. Aquél muchacho era muy apreciado. Sus padres habían desaparecido cuando él tenía un año y nunca más nadie había vuelto a saber de ellos. Sin embargo, jamás se puso en duda que aquello había sido un secuestro y no una decisión voluntaria. Desde entonces, Mon se había criado con la familia de sus primos. Küntruy tenía un año también y eran llamativamente parecidos.  A la edad de cuatros habían decidido que  no sólo serían hermanos, sino mellizos. Mellizos de corazón. Allí estaban ellos: la familia destrozada porque era la pérdida de un hijo. Un hijo que no era de sangre pero era mucho mas. Así lo sentían ellos y todos los que estaba ahí. Por eso permanecieron unas horas más, aún entrada la madrugada, consolándose unos a otros hasta que el frio punzante de la noche los obligó a volver a sus hogares


           La mañana siguiente despertó a muy pocos, ya que casi nadie había podido dormir. Dos terribles noticias habían sacudido una paz que llevaba cientos de años abrigando a los habitantes del pueblo, y que ahora nadie sabía con seguridad si algún día iba a volver.


           La comunidad de Geut la conformaban alrededor de ciento diez familias. Todas vivían en casas  iguales: pequeños, acogedores y cómodos hogares, construidos a base de madera y piedra. Y a su vez tenían una misma particularidad: estaban ubicados como si formaran una gran ronda y con sus puertas apuntando al centro de la misma.  En todas direcciones, imponentes montañas y un lago cristalino decoraban el paisaje de aquel valle de ensueños.
  
          A medida que el sol se iba asomando por entre las montañas nevadas, los aldeanos iban saliendo de sus casas y se volvían a acomodar en ronda. Lo hacían con una lentitud que parecía intencional, como si no quisieran verse las caras de tristeza y preocupación.  Una vez que estuvieron todos ahí, un hombre se ubicó en el medio. Era alto y su pelo le  rozaba la cintura y, a pesar del frio,  estaba descalzo. Era Yukel, el líder de la comunidad.


-Es un día triste para todos,comenzó diciendo. Su voz era la misma que habían escuchado los jóvenes la noche anterior, apenas regresaron. Todos escuchaban atentamente pero pocos lo mirabanhemos perdido dos valiosísimas vidas y es un golpe del que costará recuperarnos.


Como si estuviese pautado, las miradas de todos los presentes apuntaron tanto a la familia adoptiva de Montuln como a Quimval, la mujer de Minchekewün La anciana llevaba colgada la esfera azul del viejo sabio, ya que Küntruy había podido dársela antes de irse a dormir. Solo atinaron a bajar la cabeza y tratar de esconder sus lágrimas.


-Pocos saben la causa de sus muertes. De hecho, yo las sé porque he podido cruzar unas palabras con Duam la noche de ayer y me ha contado lo ocurrido. Debo decirles que Montuln y Minchekewün  han caído con honor. Aunque eso no significa que comparta  la estupidez que ha desencadenado todo esto. No pretendo culpar a nadie, y de hecho han actuado como los habitantes de Geut más puros podrían haber actuado. Sin embargo, me refiero a que el motivo primero podría haber sido evitado. Ustedes, vengan aquí ordenó el hombre mirando a Küntruy y sus amigos. Ellos, como era lógico, seguían llorando desconsoladamente a su amigo, por lo que Yukel decidió apaciguar la dureza con la que hablaba quiero que todos aplaudamos tanto a estos valientes jóvenes. Tanto a ellos como a Montuln y al viejo Min


El ensordecedor aplauso se escuchó en cada recoveco del valle. Era un aplauso sentido, emotivo, que parecía no terminar. Cuando finalmente se perdió con el viento el hombre volvió a hablar.


-Estos chicos han estado en Ferradurniha al momento del ataque aquellas palabras dejaron más de una boca abierta. Varios se miraron Estamos en el amanecer de una guerra por lo que no me queda más que contarles con detalles que ha pasado y qué es lo que está pasando.
El hombre se sentó sobre una gran roca. Y la gran mayoría hizo lo mismo en el piso. Dio la sensación de que varios querían hablar o preguntar algo pero nadie pareció animarse


-Comenzó todo cuatro días atrás, cuando el viejo Minchekewün recibió dos mensajes de su par de Tenshken. El primero fue casi al amanecer: dijo que los líderes de su comunidad estaban planeando a escondidas algo muy grande y oscuro, algo sumamente peligroso. Y que en principio, por algún motivo particular,  iban a realizar un ataque en alguna zona perteneciente a nuestra custodia.


-¿Cómo es que no nos han dicho nada sobre algo así? No es justopreguntó una mujer que abrazaba fuertemente a su hijo.


- Hemos decidido mantener esto en secreto Vircü,  pues no teníamos ningún tipo de certeza de que haya sido un mensaje verídico. Queríamos más datos y no preocuparlos en vano La mujer permaneció muda aunque aquella respuesta no pareció satisfacerla. Yukel siguió con el relato- Esa misma noche, el viejo Min juró escuchar en su cabeza otra vez la voz del sabio. Pero aquel segundo mensaje solo constó de una palabra: Buzios.  A partir de ese momento Minchekewün comenzó a sentirse mal y nos confeso que se debía a que, casi con seguridad, el viejo de Tenshken había muerto. O según nuestra lectura, lo habían matado. Entonces la cosa se ponía fea.


El silencio de lugar  era fulminante y todos parecían realmente preocupados.


-Aquí fue cuando entraron en escena nuestros jóvenes prosiguió Yukel y al escuchar esto, los jóvenes bajaron sus cabezas  Duam nos contó que Montuln no había podido dormir esa noche y había salido a caminar por el valle. Al pasar por el templo en el que nos encontrábamos algunos  hombres y mujeres tratando de decidir junto a Minchekewün los pasos seguir, el joven escuchó todo. Nosotros, para ser sinceros, hemos fallado pues no nos imaginábamos algo de esta magnitud y habíamos resuelto esperar a que transcurran los días e intentar averiguar algo más.


-¿Hemos fallado? Han muerto Montuln y Minchekewün y tu solo dices “hemos fallado”. ¡Pues claro que han fallado y nadie nos devolverá sus vidas!- gritó furiosa otra mujer, entre llanto y desconsuelo.


Yukel la miró y sus ojos también se llenaron de lágrimas.


-La culpa es nuestra -dijo Küntruy- Y ahora no sirve enojarse y echarnos en cara las cosas. Debemos actuar y prevenir más tragedia.


-Todos nos equivocamos continuó el líder la comunidad con una voz que parecía estar a punto de quebrarse en pedazos creímos que lo mejor era esperar. Y por causa de nuestra estúpida inacción, esa misma noche Montuln convocó a sus amigos y partieron hacia Buzios, no sin antes pedirle ayuda a Minchekewün para viajar a través del gran árbol. Fue ese mismo amanecer y con el objetivo de evitar la mayor cantidad de víctimas que pudieran. Desgraciadamente y  como era de esperar de un ser tan noble, nuestro viejo amigo y sabio decidió ayudarlos  y emprendió viaje con ellos. Al llegar, los jóvenes han permanecido divididos en las playas de Buzios durante dos días pues no sabían cómo ni cuándo iba a ser el ataque. De ahí su desaparición que tan preocupados nos tuvo. Mientras tanto, Minche permaneció en nuestro plano para actuar ante cualquier urgencia: no había precisiones sobre si los de Tenshken operarían desde aquí o en el plano Impuro.


Ya nadie se atrevía a interrumpirlo. Quizás por pensar que era en vano. Quizás por miedo. Entonces el hombre siguió.


-Finalmente, el primer ataque ocurrió ayer. Fue un tsunami con epicentro en Ferradurniha. Exactamente donde se encontraba Montuln, que según me han contado ha llegado a salvar a la única alma pura que se encontraba en el lugar: un niño de tres años al escuchar esas palabras, más de uno esbozo una sonrisa melancólica sé, y también estoy orgulloso, que Duam, Küntruy, Ayükelem y Ellkufe han podido a salvar a dos chicos en Geriba, donde golpeó el tsunami aunque con mucho menor fuerza. Lo más grave es que los de Tenshken actuaron desde aquí. Tras matar Minchekewün, impulsaron el tsunami  y huyeron en busca de refuerzos tras constatar la presencia de nuestra gente. Estos jóvenes se han salvado de milagro.


Las dos chicas se abrazaron. Una sensación de infinita tristeza las invadía aunque también estaban agradecidas de haberse salvado.


-¿Y cómo diablos han podido generar el tsunami? Eso es imposible a menos que…- preguntó un anciano de similar apariencia que Minchekewün.
-No sólo el tsunami, querido Kisho. Como les dije, el sismo en España y los incendios en Australia también. Y las inundaciones en Angola. Eso es imposible como tú dices, a menos que hayan reunido Los Cinco Poderes.


La gran mayoría se miró sin entender, como si aquellas palabras no cambiaran nada. Pero la cara del anciano evidenció la más sincera expresión de horror. Un horror sin precedentes.


-Y no hay dudas que lo han logrado.
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