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domingo, 29 de noviembre de 2009

Capítulo 5, Segunda parte: "Origenes"

-Por error ayer fue publicada una versión errónea de esta parte del capítulo. Sepan disculpar.


Segunda parte


-¡Quimval! ¿Qué haces aquí?
- Que yo sepa, lo mismo que tu.
- Sabes a que me refiero. Digo... No habíamos notado tu presencia. De todos modos no hablábamos sobre algo en especial. Cosas de la vida, nada importante eso último, lo dijo mirando a sus amigos, buscando una complicidad que no encontró: como sí se hubieran puesto de acuerdo, todos voltearon la vista evitando contestar....
- Oh 
articuló la anciana simulando cara de decepción nada más pensaba hablarles sobre los Cinco poderes. Creí que estaban un tanto intrigados y bueno... pero debo haber escuchado mal.Quimval amagó con irse cuando Küntruy exclamó:
- Espera, ¡Quim! ¡Sí queremos saber que diablos son los Cinco poderes!
- Me alegro querida, porque lo deben saber. 
afirmó Quimval haciendo énfasis en la palabra deben  es esencial para enfrentar lo que viene. Coincido firmemente con que pueden cambiar esto.
- ¿Nosotros? interrumpió Ayükelem  ¿No te has creído la estupidez de Küntruy? preguntó  e intentó afirmar al mismo tiempo. Quimval le sonrió ¿O si?

- No lo creído, simplemente lo sé. Ustedes son los que deberían empezar a creerlo.
- Discúlpame Quim, se que eres una de las mejores Sabias que han tenido las comunidades originarias. ¿Pero creer que? ¿Que cuatro jóvenes que no llegan a la mayoría de edad pueden detener la revolución más grande que se recuerde en la historia? inquirió Duam entre risa y preocupación.
- Exactamente, y con toda seguridad. los ojos verdes le brillaban emitiendo un dejo de esperanza y, valga la redundancia, sabiduría Pero deben prepararse, no será sencillo. Por lo pronto los espero esta noche, después de cenar, en mi hogar.

Sin esperar alguna respuesta, Quimval dio media vuelta y se dirigió a un terreno un tanto mas lejos para continuar con el curado de la  tierra. El gran grupo de guardianes permaneció unas cuantas horas más. De a poco el pasto se fue volviendo mas y mas verde. Un verde intenso y brilloso. El arroyo se cristalizó hasta volverse un fiel reflejo del cielo. Los árboles se poblaron de hojas y  estas de  pájaros de todos los colores de la naturaleza.  Finalmente, el cielo se despejó: una vez mas la misión estaba cumplida. Ahora restaba que en el plano Impuro alguien se dignara a prohibir
esa matanza. 



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Ya era de noche en el valle.  La  fuerte luz blanca de la luna se reflejaba en el lago formando una especie de ”sendero” que se fundía en la orilla. Y junto con el resplandor que generaban las millones estrellas del cielo despejado, hacía que la oscuridad no fuera tan densa sino que mas bien, hubiera una visibilidad de varios metros.


Küntruy esperó a que sus padres se durmieran. De hecho esperó a que el resto de la comunidad durmiera. Así fue que cuando creyó estar segura de eso, salió de su cuarto cuidando de no hacer ruido. Y efectivamente, sus padres dormían. Se detuvo al escuchar que Igou Shia, su hermanita menor de cinco años había hecho un ruido extraño, pero tras corroborar que todo estaba bien, siguió caminando. Al pasar frente al cuarto de Montuln, volvió a escuchar otro ruido. Pero ese le preocupó: desde la muerte de su hermano, nadie había ocupado ese cuarto. De hecho, todo estaba como entonces: sus ropa, su cama, sus cosas. Todo seguía ahí, intacto. Sus padres no habían podido superarlo. La joven  ingresó sigilosamente a  la habitación con algo de temor y vio, felizmente, que lo que provocaba el ruido no era mas que una ventana abierta.  Sin embargo, por un momento le pareció extraño pero decidió no darle mucha importancia. Tras cerrarla, finalmente salió de su casa.
El silencio que se respiraba afuera podría ser cortado con un cristal. Todos parecían dormir tranquilamente.  Junto al lago, había una pequeña cabaña que emitía una tenue luz por el espacio que quedaba entre las cortinas y las ventanas. No era algo que se notara a simple vista: cualquier despistado hubiese afirmado que allí dormían también. Al verla, Küntruy sintió una especie de ansiedad y empezó caminar más rápido. Pensó en buscar a sus amigos para llegar juntos, pero no podía esperar más. No se había sentido así por el resto del día pero ahora experimentaba una rara necesidad de escuchar cuanto antes todo lo que Quimval tenía para contarles.  Entonces comenzó a correr y fue ahí cuando sintió el frío. Hacía frío. Mucho. Lo sintió en los ojos y los labios que se le endurecieron de un saque. Lo sintió sobre todo en los pies porque el pasto estaba literalmente congelado. Hacía días que no nevaba en la aldea, pero era cuestión de que esperar volviera el mal tiempo. Sin duda hacía varios grados bajo cero.  Kün se arrepentía de haber salido con la ropa de dormir y encima, descalza.  Aquella túnica para dormir estaba hecha de una tela mucho más liviana que las que usan durante el día,  ya que dentro de las viviendas la temperatura era mas bien alta, producto del fuego de los hogares.  
Por fin llegó a la cabaña y llamó a la puerta una sola vez.  Para su  sorpresa no fue Quimval quien abrió sino Duam. Y al ver a Ellekuf y Ayükelem sentados junto a la anciana en lo que aparentaban ser unos cómodos sillones de inflados almohadones, la joven comprendió que había llegado tarde.
-Si te has quedado así, con esa cara de sorpresa, mirando a los sillones, los traje de la India en un viaje al otro plano, los recomiendo. Ahora, si tu desconcierto se debe a que creíste que llegabas primera, querida, has tomado demasiados recaudos dijo riendo la longeva Sabia de Geut. Inmediatamente Küntruy también rió y notó que ninguno de sus amigos lucía pijama. Y que además llevaban consigo suficiente abrigo, los cuales habían colgado en las ramas de un ¡árbol! de pequeñísimas proporciones que Quimval había plantado junto a la puerta, dejando una parcela de tierra. La casita era muy acogedora. A pesar de tener una excelente relación con los dueños, Küntruy había entrado sólo una vez y cuando era muy pequeña. Aunque apenas se acordara, el interior del hogar estaba visiblemente cambiado. 
La cabaña estaba construida a base de madera y piedra, como todas las demás. Sin embargo, tenía un encanto especial: souvenirs  traídos desde todas partes del mundo decoraban cada rincón: jarras y vasijas de diferentes tamaños y materiales. Estatuillas y piedras preciosas. Velas encendidas con fuegos verdes, amarillos y rojos que iluminaban todo el ambiente. Y más: había una gran cantidad de pinturas, distintas especies plantas y vegetales  y hasta unos hermosos pajaritos de exóticos colores que revoloteaban por todos lados. Eran Kia y Gut, conocidos por toda la comunidad: acompañon a Minchewekün y a Quimval día y noche, fueran donde fueran., desde hace años. Aunque desde la muerte del Sabio, apenas se los vio afuera.


-¿Tomar tantos recaudos incluía dejarte el pijama? completó Ayükelm provocando una carcajada general.


 -Todo es muy divertido jovencitos, pero sabrán, no hay tiempo. interrumpió cortésmente Quimval ¿Qué saben ustedes la creación de Geut? los amigos se miraron como esperando que alguno conteste. Entonces la Sabia señora repreguntó  A ver, ¿Qué saben de la fundación de las comunidades originarias?


-Bueno…recuerdo algo indicó Küntruy un tanto dubitativa se que nacieron hace mas o menos diez mil años formando nuestro plano. Y que a la vez, se creó el plano impuro, al que deberían cuidar desde aquí. Preservando la tierra y cuidando a sus habitantes. Obviamente sin que ellos lo supieran.
-Sí afirmó Duam y fueron fundadas por cinco hombres a los cuales sus padres les mostró los territorios donde debían erigirse
-Lo que nunca se pudo saber es de donde salió aquella familia porque no hay registro anterior completó finalmente Ayükelem.  A su lado, Ellekuf escuchaba atentamente aunque miraba al piso.
-Exacto. Muy bien, eso es lo que debían recordar. Ahora lamento decirles jovencitos que ello no es toda la verdad. De hecho, no todo es verdad. Quimval sonrió y tomó un sorbo de agua cristalina que se había servido en un vaso de vidrio con forma de hoja de árbol. Ellekuf levantó la vista por un segundo, mirando fijamente a la anciana y luego volvió a bajarla aquella familia en realidad no era tal. Sus padres no eran sus padres propiamente dichos. Era una pareja de ancianos que se dice, vivían en la cumbre del Cerro Tronador entre la Argentina y Chile del Plano Impuro Ayükelem y Küntruy se miraron instantáneamente y rompieron a reír. Quimval las imitó y afirmó  insisto en que se debería exigir más en el estudio de Historia del Mundo Impuro volvió a tomar agua y continuó así que aquí tenemos la primera coincidencia verdadera: del pasado de los ancianos tampoco se sabe nada. Ni cuando ni donde nacieron. Ni quienes eran sus padres. Nada.  Sí que  eran dos sabios, los más antiguos que se conozca y de los que los mas aventurados dicen que nosotros, los sabios de hoy, descendemos. Hay quienes dicen también, que los viejos todavía viven, gozando de una mágica inmortalidad, aunque nunca nadie los haya vuelto a ver.
 Cuenta la historia entonces escrita, que vale aclararles fue encontrada en un gran diario junto a un árbol de aquel monte, que los viejecitos salieron a caminar una mañana. Y fue cuando descubrieron a diez niños a la sombra de ese mismo gran y majestuoso árbol  . Segunda mentira: no eran cinco como se dice, sino diez hermosos bebes que sonreían acurrucados y que habían aparecido, presumiblemente, por arte de magia.  La pareja no dudó un instante y a partir de ese día los criaron como si fueran sus hijos. Así lo sintieron ellos, instantáneamente. Y un sentimiento parecido tuvieron el día en que aquellos niñitos cumplieron los veinte años de edad. Cuentan que ambos ancianos amanecieron una mañana, se miraron y simplemente supieron que hacer: salieron al gran jardín y ubicaron a los ya jóvenes, frente al gran árbol. Los dividieron en parejas y el Sabio hombre habló: "ustedes han nacido bajo resguardo de este gran árbol de la vida. La tierra, el gran paisaje que ya es su hogar, los ha estado esperando  por años y el momento ha llegado. Ustedes son el comienzo. La vida misma y la historia que empieza hoy, aquí". Y entonces los fue llamando de a dos: un hombre y una mujer al mismo tiempo que les asignaba un territorio para ocupar y empezar una comunidad. Luego dijo: “son hermanos y como tales deberán tratarse. Son la vida y la tierra su hogar y deben cuidarlo. Hasta siempre”. Tras darse numerosos abrazos y saludos afectivos, de a dos, aquellos elegidos fueron desapareciendo tras el portal Quimval volvió a tomar un trago de agua. Los jóvenes miraban atónitos, entre sorprendidos y desconcertados. Y entonces Duam preguntó:


-Y si esta historia es cierta como es que no se enseña ni se conoce. Creo que nada tiene de malo…


-No Duam, nada malo tiene. De hecho nada que se quiera esconder hasta aquí. Lo que ocurrió fue que hace cien años en la última revuelta de, cuando no, Tenshken y Yenú, en uno de los concilios que promulgaron los que tomaron el poder, se prohibía cualquier conocimiento y práctica relacionado con la Raza Sabia. Querían eliminarla definitivamente. Y bueno, esta historia fue remplazada por otra inventada, que es la que conocen ustedes. Luego, la revolución no prosperó, el concilio se abolió pero quien sabe porqué, la falsa historia se siguió contando y enseñando hasta nuestros días.  Pienso yo, que tal vez sea por lo que sigue, eso que muy pocos saben y que menos quieren aceptar. Eso que paso a contarles.




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